El TÓTEM de Bellini
Design to worship
Durante la primera secuencia de la obra maestra de Stanley Kubrick 2001: Una odisea del espacio, el director inglés nos pone frente a una escena tan emblemática que ha entrado con razón en el imaginario compartido del hombre moderno. En África hace cuatro millones de años, frente a la cueva donde vive un grupo de homínidos, aparece misteriosamente un gran monolito negro con forma de paralelepípedo. Los homínidos, intimidados al principio, entran en contacto con eso y de este contacto aprenden instintivamente a manejar objetos y a usarlos como herramientas y armas.
Es difícil para nosotros no pensar en la obra maestra de Bellini. Precisamente en su Tótem: diseñado en 1971 y que representa la llegada del diseñador milanés a una regularidad formal que se sitúa al final de una larga meditación sobre la forma y la función.
1971: tótem de Bellini
El diccionario etnográfico define un tótem como El simulacro que representa al ser objeto de culto. El tótem, por tanto, es siempre un objeto a ser venerado en lugar de otra cosa que no es visible: un espíritu o una divinidad en las comunidades tribales, la técnica y la tecnología en nuestro caso. De hecho, la tecnología altamente sofisticada que contiene no es visible hasta que el Tótem se abre, revelando su verdadera esencia.
El Tótem de Bellini es sin duda un objeto de diseño que suscita reverencia y veneración, y lo hace en varios niveles: a nivel visual por la total falta de incertidumbre que comunica a través de su línea hermética y rigurosa; en términos de uso para la máquina de sonido de alta fidelidad altamente sofisticada que esconde dentro de su carcasa cúbica.
Objeto legendario en el que la sencillez de la forma exterior se articula armónicamente con el contenido altamente sofisticado, el Tótem, dentro de la constante del hogar, se erige como un orden inesperado y sublime, revestido de un rigor esencial que clama ser contemplado y escuchado.
Cumpliendo el destino inscrito en su nombre, el Tótem de Bellini está íntimamente ligado a la dimensión del mito que lo rodea: a partir del encuentro de su creador con el jefe de la casa Brionvega, Ennio Brion precisamente.
En palabras del diseñador “Conocí a Ennio Brion en 1962 cuando ambos éramos aún muy jóvenes. En ese año me otorgaron el premio Compasso d’oro por una mesa de comedor, juego y estudio. El premio fue entregado por Doney, de Zanuso y Sapper, a Brionvega. Ennio me dijo que seguía mi trabajo con interés y que desde hacía tiempo estaba considerando la oportunidad de invitarme a colaborar con la empresa familiar. La oportunidad se presentó seis años después…”
Mario Bellini comenzó su carrera en 1963 como gerente de diseño industrial de Olivetti. Posteriormente colaboró, entre otros, con Cassina, Flos, Artemide y, por supuesto, Brionvega. Durante su carrera fue galardonado en varias ocasiones con el Compasso d’oro.
Con respecto a su Tótem, Bellini dijo que “Con Tótem no quería interesar al entusiasta individual, al experimentador apasionado; más bien le di al dispositivo una forma adecuada, para poder colocarlo más fácilmente en un contexto residencial, no necesariamente en una habitación destinada al uso de equipos profesionales”.
The new domestic landscape
La urgencia que sentía Bellini por rediseñar el espacio doméstico a partir del mobiliario y del diseño lo llevó en 1972 a participar en una importante exposición organizada por el MoMA de Nueva York.
La exposición Nuevos Paisajes Domésticos rediseñó la vivienda también a partir de los objetos de Brionvega.
Bellini había entendido que intervenir en el mueble que contenía el dispositivo de radio permitía al diseñador repensar y remodelar todo el espacio doméstico. La radio y, más tarde, la televisión habían catalizado la vida familiar: todos los miembros de la familia se reunían en el espacio doméstico para escuchar juntos las emisiones radiofónicas.
Central para la vida familiar, la radio también podía ahora encontrar un lugar central en el hogar y en su mobiliario.
El esfuerzo de los diseñadores que se involucraron activamente en esta investigación formal se hizo en interés de la metamorfosis social que en esos años comenzaba a tener lugar dentro de la familia tradicional.
Estos diseñadores repensaron la espacialidad en términos relacionales aplicando un enfoque estructuralista al diseño.
En este sentido Bellini realizó un pequeño ritual mágico con Tótem, trayendo de vuelta el mueble radio, pero luego el estéreo en general, a la forma más básica y arcaica: el cubo. Al hacerlo, trajo lo antiguo de vuelta a la vida cotidiana, pero como moderno. Debido a sus características materiales, el objeto evita el mimetismo armonioso de los interiores tradicionales y, como una roca dentro del espacio habitable, modifica inevitablemente sus flujos y circulaciones internas.
Design to worship… again
Acogido en el MoMA, en el Museo de Arte Moderno de San Pablo y luego en muchos otros museos alrededor del mundo, el Tótem hoy revive.
El legendario sistema estéreo de cubo de Bellini logra precisión y excelencia acústica gracias a las elecciones y al hábil trabajo de los profesionales de sonido que se ocupan de todos los aspectos de la producción.
La construcción de la carcasa, los componentes electrónicos de primera calidad y los altavoces de alta fidelidad otorgan al Tótem de Bellini una calidad de sonido y definición incomparables.
Cuando está cerrado, el Tótem aparece como un cubo: un icono geométrico de perfección eterna e intemporal. Abierto, en cambio, revela un corazón tecnológico moderno y vanguardista.
En las palabras de Mario Bellini.
“Tótem esconde y encierra en la pureza ideal de un cubo su “vocación musical” que se revela y contagia con el toque de nuestras manos, que lo abren para activar todo su potencial de reproducción sonora. Todo el posible hoy.”
El acto de abrir el cubo, insertar el disco y reproducir la música se convierte en un ritual en el que el usuario está llamado a participar.
El Tótem de Bellini es más que un simple sistema estéreo, es una pieza clásica de colección que esculpe el sonido y lo transforma en arte.